

Espacios y tiempos del psicoanálisis
En Viena, y alrededor de 1900, Freud introduce en la clínica médica el descubrimiento del inconsciente y sus conceptos aliados, para en años posteriores explorar y mostrar la vinculación de estos con la Psicología de las masas, el Malestar en la Cultura, el Porvenir de la religión. Lo particular del sujeto en relación con lo social.
En esa línea Lacan dice El deseo es el deseo del Otro.
En el siglo XXI, hablamos de nuevas patologías, de una nueva economía psíquica, formas nuevas de lazo social vinculadas a la declinación de la función paterna y de la autoridad, subjetividad contemporánea, etc. Y a la vez somos interrogados por la participación del psicoanalista en la vida de la ciudad.
La pregunta más antigua se vuelve actual: ¿Qué es el psicoanálisis? ¿Cuál es la función y el campo del analista?
Cada nueva generación, aquí y allá, hace su lectura y sus preguntas; se produce un saludable vacío, necesario de afrontar, entre nociones teóricas, muchas veces almidonadas, y los requerimientos de un sujeto que se renueva en su inevitable contingencia con el Otro. Exigencia de innovar, de inventar. Estar a la altura de las circunstancias, dicen algunos.
Referencias al capitalismo, al consumo, la tecnología, la inmediatez de resultados. La perversión al mando, una psicosis social cabalgando al lado con sus pasajes al acto.
El psicoanalista no puede ser indiferente a su época y a los fenómenos sociales, pero no es ni sabio, menos un sabelotodo. Puede aturdirse con todas las demandas que recibe y aligerar su formación como un psicoanalista light con respuestas a medida; puede encerrarse en sus axiomas y defender el silencio de su rincón; o puede ampliar el espectro de lo que llama escucha y revisar sus posiciones.
Febrero 2022